El Canto del Mar (de Khalil Gibrán)

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La sólida playa es mi amada y yo su amante.
Nos une el amor, pero la luna me aparta celosa de ella.

Me acerco presuroso y me resisto a alejarme, despidiéndome con un pequeño y tenaz adiós.

Me revelo con rapidez tras el horizonte azul, derramando mi espuma de plata sobre sus arenas de oro
Transformándonos en una fulgurante amalgama.

Aplaco su sed y sumerjo su corazón; Ella suaviza mi voz y atempera mi ánimo.
Al alba susurro reglas del amor en sus oídos, y ella me abraza con ternura.

Al atardecer entono la melodía de la Esperanza, y luego cubro su rostro de suaves besos;
Soy temible y veloz, mas ella es calma, paciente y reflexiva; en su vasto seno se aplaca mi impaciencia.
A cada reflujo de la marea nos acariciamos, a cada flujo me hinco a sus pies en oración.

Muchas veces he danzado en torno a las sirenas que surgían de las profundidades
y se recostaban sobre las crestas de mis olas a contemplar las estrellas;

Muchas veces he escuchado a los enamorados renegar de su pequeñez, y los he ayudado a suspirar.

Muchas veces he herido a las grandes rocas
Y las he calmado con una sonrisa, pero nunca me prodigaron sus risas;

Muchas veces he salvado almas que se ahogaban y llevado tiernamente hasta mi amada Playa.
Ella le insufla fuerzas así como agota las mías.

Muchas veces he robado gemas de las Profundidades para ofrecerlas a mi amada Playa.
Ella las toma en silencio, y yo soy feliz pues siempre sale a recibirme.

En la noche informe, cuando todas las Criaturas persiguen el espectro del Sueño,
yo me incorporo, canto un momento y suspiro después. Siempre estoy despierto.

¡Ay! ¡La vigilia ha sorbido mis fuerzas!
Pero soy un enamorado, y es fuerte la Verdad del amor.
Puedo fatigarme, mas nunca moriré
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