Razón vs Sentimientos - Continuación

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La Paciencia: virtud que requiere de un inmenso autocontrol. Así como hablaba dos posts atrás de la lucha eterna-interna entre la razón y los sentimientos, la paciencia forma parte de esa lucha.

El cuerpo calloso del cerebro, esa zona que une los dos hemisferios cerebrales, es el campo de batalla. Ahí cae la artillería pesada de la razón y los sentimientos, con la paciencia sentadita en una silla, tejiendo despreocupadamente en el medio de la batalla, mientras las bombas explotan alrededor de ella.

En un ser con poco o casi nulo autocontrol (mmm…yo tal vez?), la paciencia termina, sillita, lana, agujas y todo, siendo volada por los aires, ya que la artillería de esa antinomia “razón-sentimientos” se hace demasiado fuerte para ella.

Sin embargo, ante determinadas situaciones y en especial cuando la facción de los sentimientos saca a relucir su arma escondida, el enamoramiento, la paciencia es cubierta por un campo de fuerza especial, que la protege y hace que ella siga tejiendo tranquilamente, esperando el momento en el cual dicha lucha cese y ese campo de batalla, inerme y desolado durante la lucha, se transforme gracias a ella en un campo fértil, de árboles añosos, con miríadas de mini ecosistemas de insectos y vida, de pasto verde, frondoso y húmedo.

Ahí habrá ganado, como siempre en mi caso, los sentimientos por sobre todo lo demás, aportando su luz y energía, cubriéndolo todo de magia y esperanza, de belleza y amor.
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