Wolfram Alpha

Hoy 19 de Mayo de 2009 tengo 34 años, 9 meses, 26 días de edad.

...o 1.816 semanas + 6 días...
...o 12.718 días...
...o 34.82 años.

Haber vivido ya 12.718 días me asombra che. Una bocha.

(Datos gentilmente proveídos por Wolfram Alpha. Espero seguir encontrando ahí cosas más interesantes aún...respuestas a preguntas complejas, datos que me rompan la cabeza, más puertas para abrir en mi cabezota...)

Razón vs Sentimientos - Continuación

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La Paciencia: virtud que requiere de un inmenso autocontrol. Así como hablaba dos posts atrás de la lucha eterna-interna entre la razón y los sentimientos, la paciencia forma parte de esa lucha.

El cuerpo calloso del cerebro, esa zona que une los dos hemisferios cerebrales, es el campo de batalla. Ahí cae la artillería pesada de la razón y los sentimientos, con la paciencia sentadita en una silla, tejiendo despreocupadamente en el medio de la batalla, mientras las bombas explotan alrededor de ella.

En un ser con poco o casi nulo autocontrol (mmm…yo tal vez?), la paciencia termina, sillita, lana, agujas y todo, siendo volada por los aires, ya que la artillería de esa antinomia “razón-sentimientos” se hace demasiado fuerte para ella.

Sin embargo, ante determinadas situaciones y en especial cuando la facción de los sentimientos saca a relucir su arma escondida, el enamoramiento, la paciencia es cubierta por un campo de fuerza especial, que la protege y hace que ella siga tejiendo tranquilamente, esperando el momento en el cual dicha lucha cese y ese campo de batalla, inerme y desolado durante la lucha, se transforme gracias a ella en un campo fértil, de árboles añosos, con miríadas de mini ecosistemas de insectos y vida, de pasto verde, frondoso y húmedo.

Ahí habrá ganado, como siempre en mi caso, los sentimientos por sobre todo lo demás, aportando su luz y energía, cubriéndolo todo de magia y esperanza, de belleza y amor.
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Razón vs Sentimientos

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En constante lucha. Una perpetua balacera entre uno y otro. Nadie gana, todos pierden.

La clave está en el medio del campo de batalla. Esa zona neutral donde las balas de cada uno no terminan de alcanzar su objetivo, no se tocan. En ese espacio, una especie de gelatina que amalgama la potencia de los proyectiles que vienen de cada lado.

Parada ahí, esa gelatina toma, absorbe y asimila la fuerza de cada sector y la convierte en un equilibrio magnífico, donde cada lado es escuchado y tomado en cuenta y se produce un resultado equilibrado, equitativo, justo. Ningún lado gana, ningún lado pierde. Uno mismo gana.

Ahí mismo es donde el arte de amar se lleva a cabo. En esa “gelatina amalgamadora”. Cómo y qué pasa ahí, sigue siendo un misterio.

Su resolución va a seguir siendo, para mí al menos, una prioridad de vida.
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