Mal tiempo

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La humanidad se rinde ante el poder de la Naturaleza.
A pesar de que los seres humanos nos encontramos, históricamente hablando, en el pico del avance tecnológico y el confort, todavía somos incapaces de domar a las fuerzas de la Naturaleza. Inundaciones, sequías, tornados, huracanes, tsunamis, terremotos, epidemias, plagas, lo que sea, poco se puede hacer cuando uno de ellos ocurre.

A pesar de que esos términos definen principalmente eventos catastróficos, los mismos tienen una chispa de belleza. Ver a la Naturaleza haciendo la limpieza es una de las más bellas visiones que veremos en nuestra vida, ya que muestra como todo interactúa, la causa, y su respectiva consecuencia, de cada pequeña acción que ocurre dentro de la biosfera.

Por supuesto, me doy cuenta de que un puñado de gente usualmente muere durante estos eventos, pero si somos capaces de hacer un paso al costado y ver el “gran cuadro” de lo que está sucediendo, estoy convencido de que podremos ver un atisbo de lo que el término “Dios” realmente significa. O por lo menos la parte de Él que menos nos gusta ver.

Cuando una tormenta se acerca, esas nubes violetas hinchándose y moviéndose en forma compulsiva en el cielo, escupiendo blanquísimos flashes de un terrible poderío eléctrico mientras el aire permanece quieto, cargado de estática, hay un momento de bellísimo y perfecto silencio, sólo interrumpido por el sonido profundo y lejano de los truenos, anticipando el caos por venir.

Y lo llaman “mal tiempo”?!?!?!
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