hartazgo, hastío y enervación

...de que en el país que se jacta de tener la mayor cantidad de psicólogos del planeta, haya una falta crónica de coherencia, estabilidad emocional y sentido común (principio de realidad) que padece una enorme porción de la población, donde a veces parecería que no se necesita tanto la plata para arreglar las cosas, sino un ejército de psicólogos yendo en manada puerta por puerta a tratar emociones y heridas no curadas del pasado.

...del bastardeo de la palabra Democracia, donde en su nombre se permite la existencia de mayorías absolutas, de respeto sin derecho a réplica a leyes e imposiciones absurdas sacralizadas en un recinto de cero pragmatismo y eficiencia por un grupo de impresentables y advenedizos, provocando que se viva siempre al filo de caer en una una nueva dictadura, totalitarismo o anarquía, ya que las frustraciones provocadas por dichas inconsistencias no son atendidas ni representadas por ningún mecanismo a mano ni institución fiable.

...de la gigantesca, inmadura y victimizada impronta emocional que una importante porción de la población aplica a toda discusión sobre derechos, historia, datos y a EL evento de elección del administrador del consorcio, la cual es apabullante, frustrante y desesperanzadora, parece no haber ya sentido común (se perdió, y más después de la pandemia), pensamiento racional ni estoicismo para debatir soluciones, toda disrupción se acalla con argumentos dramáticos y estigmatizantes.

...de la ausencia casi sistemática de ideas y soluciones detalladas, sustentadas con recursos claros, con análisis de riesgos y contrastadas contra escenarios posibles de implementación. Es una constante que a nadie parece importarle mucho ni tiene tiempo de leer.

...del respeto insólito y divino que la prensa y muchos ciudadanos le tienen a estos empleados públicos que juegan cada 4 años al juego de quién la tiene más grande o quién miente y manipula mejor con el más absoluta y descontrolada ineficiencia e ineficacia, el análisis crítico y simple de que los políticos no son dioses ni iluminados sino administradores de un consorcio de 48 millones de personas, está llamativamente ausente de muchas discusiones.